El psicólogo deportivo
Nada que ver con la locura
En la sociedad española poco a poco
se está instaurando la necesidad de un psicólogo deportivo para conseguir el
objetivo del deportista. Los resultados tanto de los deportes individuales como
los colectivos que están introduciendo en su plantilla de trabajo a un
psicólogo son positivos. Por consiguiente su trabajo es efectivo. “El objetivo
del entrenamiento de la práctica mental es el de proporcionar al deportista con
un nivel de dominio que le permitirá crear una relación mente-cuerpo que
contribuirá al mejor rendimiento”. (Ogilvie, 1993, s.p)
La función del psicólogo es controlar
todos los factores que influyen en el deportista para que gracias a esa situación de seguridad en sí mismo
consiga ir creando su plan de trabajo para lograr el rendimiento óptimo en la
competición.
En la liga BBVA de la temporada
2011-2012, la psicóloga del Real Betis Balompié fue sorprendida por Rubén
Castro cuando se acerco a ella tras marcar un gol como síntoma de
agradecimiento de su trabajo.
La función principal de un psicólogo
deportivo es lograr el equilibrio entre la mente y el cuerpo en el momento de la
competición. Esta persona es esencial para unos e innecesaria para otros, pero se
está introduciendo poco a poco en el gremio. Para muchas personas tratar con un
psicólogo es síntoma de enfermedad. Estos prejuicios hacen que hoy en día la
población sea reacia a su incorporación. Sólo buscan mejorar los puntos débiles
de una persona para hacerlos fuertes logrando una estabilidad. Cada deporte o
cada persona requieren un trato diferente. Se busca conseguir que los factores
que le rodeen no le afecten a su rendimiento. Un método según los psicólogos de
la UPAD para buscar ese rendimiento es “la instauración de rutinas en un método”.
Según ellos se intenta que se controle todo lo que esté a su alcance que afecte
al rendimiento. La práctica de deporte provoca la continua ejercitación de la
mente. La estabilidad emocional se basa en la experiencia. Una vez pasada una
situación, queda grabada, y cuando te vuelves a encontrar ante ella, sabes cómo
reaccionar a dicho estímulo. Esto te proporciona una sensación de control.
No sólo el psicólogo considera
importante su trabajo, sino que el entrenador lo ve necesario para moldear un
buen deportista. El papel mental es importante según los entrenadores porque se
busca controlar los aspectos motivacionales, la mentalización hacia tareas de
gran exigencia, los niveles de concentración y activación, automatizar
movimientos y sensaciones. Todos estos y muchos más factores son los que se
intentan guiar para favorecer el rendimiento del deportista.
Cualquier movimiento de nuestro
cuerpo pasa por nuestra mente para darle la orden. Esto significa que “cuando
aprendemos a practicar un deporte estamos adiestrando también nuestra mente. (Casis;
Zumalabe, 2008, 77) Por consiguiente, el objetivo es el logro del nivel máximo
posible, dentro de los límites genéticos, fisiológicos y bioquímicos del
atleta, siempre dentro de su propia motivación”. (Casis; Zumalabe, 2008, 78)
Los deportistas necesitan encontrarse
integrados en la sociedad, sentir que se valen por ellos mismos y que su
trabajo y esfuerzo dan su fruto. La motivación es esencial en su desarrollo ya
que hace referencia “al por qué de la intensidad y de la dirección del
comportamiento. Si la motivación puede determinar la intensidad y la
orientación del comportamiento individual, tendrá una gran influencia sobre el
rendimiento de los deportistas” (Casis; Zumalabe, 2008, 133)
Esta motivación varía y se ve tocada
cuando el estrés invade el cuerpo de un
deportista. El estrés lo asociamos como un síntoma desagradable ante una
situación que nos es difícil afrontar. La clave es utilizarlo como un estímulo
positivo de acción y reacción. Si esto no se logra, se puede trabajar en ello
porque “es posible minimizar la frecuencia y la intensidad de la misma
adquiriendo los adecuados conocimientos y aprendiendo estrategias tanto
mentales como físicas”. (Casis; Zumalabe, 2008, 193). Por lo tanto, el interés
reside en conocer dichas estrategias de control mental.
Este estrés y otros factores se
pueden ver alterados cuando un deportista se lesiona. No debe pensar que esta
todo acabado. Tiene que mirar hacia adelante y trabajar duro para la
recuperación. La fuerza mental influye mucho es su vuelta a la competición lo
antes posible. Si el deporte es individual, se convierte en lo peor que le ha
podido pasar, mientras que si el deporte es colectivo eres un engranaje que
falta y que se necesita lo antes posible.
El control de la mayor parte de los
factores mentales que puedan influir en el rendimiento deportivo favorece a la
consecución del éxito del deportista. Para lograr este equilibrio la persona ha
tenido que ir madurando más rápido que el resto de los humanos. Lo más común es
atribuir el fracaso en la competición a factores externos al deportista. Cuando
los realmente responsables son todo el equipo que trabaja día a día en su
trayectoria profesional. Los entendidos en la materia consideran que en el
éxito o el fracaso influyen “por una parte, el entorno no cercano personal y
familiar en el que se desenvuelve la vida del deportista, y por otra, a las
condiciones en las cuales se desarrolla su preparación”. (Gómez; Noya; Benito,
2009, 76).
Una buena preparación psicológica
parece clave para alcanzar el éxito deportivo. Si en los deportes colectivos es
importante, en los individuales es importantísimo. Cuando no estás realizando
el ejercicio físico, estás tú sólo y tu mente, y estos momentos que son muchos
a lo largo de la competición, hay que saber controlarlos. Los deportistas han
de tener presente que detrás de cualquier
éxito deportivo hay un gran trabajo detrás.
El perfil de un deportista exitoso
desde el punto de vista de la psicología lo podría simplificar en:
1-
Autoconfianza.
2-
Compromiso
3-
Autorregulación.
4-
Alta
concentración.
Psicológicamente uno de los momentos
más duros, si no es el que más en la carrera de un deportista, es cuando llega
el momento de retirarse. Entre los factores más comunes que lleva a un
deportista a retirarse están “las lesiones, la incompatibilidad
estudios/trabajo, la propia decisión”. (González; Bedoya, 2003, 529). Llegado
este momento haber tenido una formación académica que te pueda garantizar la
tranquilidad profesional es imprescindible. Si no tienes la formación te inundan
las dudas y las preocupaciones de que hacer ahora con tu vida. El apoyo de tu
entorno más cercano vuelve a ser clave cómo lo fue en tus inicios deportivos.
Lo más positivo en este momento para un deportista es su reconocimiento
deportivo. Llegado el día uno se da cuenta que todo lo pasado para conseguir
sus objetivos a merecido mucho la pena y se sienten orgullosos de ellos mismos.